Seguidores

domingo, 23 de noviembre de 2008

Dime que consumes y te dire quien eres. Segunda parte

En la actualidad el consumo juega un rol muy importante en la formación de la identidad del individuo. Compromete la identidad y la forma como la publicidad comercial destruye el juicio crítico a través de la sugestión.

Desarbo y Edwards (1996 en Sun et al., 2004) encontraron una relación entre la compra compulsiva y el materialismo, la negación, la búsqueda de la aprobación, la dependencia, la depresión, la baja autoestima, la búsqueda de excitación, el perfeccionismo y la falta de autocontrol. Valence et al., (1988 en Sun et al., 2004) identificaron correlaciones positivas significativas entre la compra compulsiva y la depresión. Por otro lado, Mowen y Spears (1999 en Sun et al., 2004) hallaron una relación positiva entre la compra compulsiva y la inestabilidad emocional.

Un estudio de la Universidad Northwestern demostró que la carencia de poder incrementa la voluntad de un individuo para adquirir productos que simbolicen estatus (Rucker y Galinsky, 2008). Por ejemplo, un individuo puede sentir la urgencia de comprar un artículo costoso con el fin de atenuar el sentimiento de impotencia que le produjo una discusión con el jefe. Sin embargo, el consumo compensatorio sólo genera un alivio transitorio y no resuelve la problemática subyacente.

En concreto, se generan formas patológicas de consumo al identificar el éxito, la felicidad y el poder con el acopio de bienes y servicios. Las empresas productoras son conscientes de esto y lo refuerzan a través de la publicidad agresiva para aumentar sus ganancias. Sin embargo, la insatisfacción y el estrés son cada vez más comunes en nuestra sociedad consumista, especialmente en aquellas personas que acumulan deudas con el fin de incrementar sus niveles de consumo. Al respecto, los economistas Herman Daly y Joshua Farley (2004) señalan que las personas intentan equivocadamente satisfacer necesidades inmateriales con bienes materiales. Por consiguiente, la pérdida o escasez de pertenencias les produce inseguridad, ansiedad y frustración mientras que en otros casos la abundancia también provoca estos sentimientos.

Entre un número cada vez mayor de jóvenes y adultos es común que la respuesta a la pregunta “¿Quién soy?”, esté de alguna forma determinada por los bienes que adquieren. Contradictoriamente, buscan aprobación y originalidad comprando artículos de producción masiva o intentan compensar vacíos y sentimientos desagradables con objetos cuya utilidad marginal decrece de forma inevitable a pesar de su poderosa proyección simbólica.

Las relaciones interpersonales han pasado a un segundo plano en la sociedad de consumo, de tal manera que bien podría reemplazarse el refrán “Dime con quién andas y te diré quién eres,” por la frase “Dime qué consumes y te diré quién eres.” Desde luego, una identidad subordinada al consumo es una identidad frágil que descuida hasta cierto punto la actividad más importante del ser humano: la relación con los demás (Dios, familiares, amigos, vecinos, etc.) consigo mismo y con la naturaleza. Lo anterior se manifiesta por ejemplo, en la generación abundante de desechos los cuales perturban la salud de las personas, de los ecosistemas y amenazan el bienestar de las generaciones futuras. Las formas patológicas del consumo podrían considerarse desde esta perspectiva relacional como expresiones de un egoísmo crónico cuyo tratamiento va más allá de la introyección de normas y de la motivación extrínseca.

Tal y como lo expresó Fromm (2005), “el conocimiento empieza con la destrucción de las ilusiones, con la desilusión.” Es imprescindible destruir las ilusiones del consumo para conocer lo que es realmente vital. De igual forma, es primordial la elección consciente de artículos y servicios proambientales y el compromiso con estilos de vida solidarios.

Fuente: http://psicologia-ambiental.com/patologias-del-consumo-compra-compulsiva-y-consumo-compensatorio.html

keep thinking...

No hay comentarios:

Publicar un comentario